El Libro Azul de la historia de El Salvador 1916.
El libro azul no pretendía convertirse en la valiosa fuente de datos históricos que es hoy. A punto de volverse centenario, el documento que nació como guía comercial y de venta de publicidad es ahora muy importante para entender el estado de la cuestión del momento.
San Salvador.-
Gobernaba Carlos Meléndez con su gabinete de gobierno de cuatro ministros (eminencias como el Dr. Cecilio Bustamante, el Dr. Francisco Martínez Suárez y el Dr. Tomás G. Palomo entre otros) y cuatro subsecretarios, el vicepresidente era Alfonso Quiñónez. ¿Le suenan? Sí son los de la famosa dinastía de principios del siglo XX. El Salvador contaba, según los datos de 1910; con 1, 070, 555 habitantes; San Salvador alcanzaba los 65,000 y Santa Ana los 51,000. Las otras «grandes urbes» eran San Miguel, Zacatecoluca, San Vicente, Ahuachapán, Chalchuapa y Santa Tecla, en estricto orden poblacional. Es decir, las comprendidas en la zona de producción cafetalera y azucarera.
El libro azul no pretendía convertirse en la valiosa fuente de datos históricos que es hoy. A punto de volverse centenario, el documento que nació como guía comercial y de venta de publicidad es ahora muy importante para entender el estado de la cuestión del momento.
Impreso en 1916 de manera impecable en la Imprenta Nacional, por la empresa estadounidense Bureau de Publicidad de América Latina S.A., en inglés y español, fue la respuesta nacional ya que un año antes se había editado el de Guatemala y estaban terminando el de Costa Rica; posteriormente se editarían los de Nicaragua, Panamá, Colombia y Cuba. Señalo que fue impreso en nuestra imprenta, ya que el de Guatemala y el de Costa Rica fueron elaborados fuera de esos países.
El quehacer de la época se refleja en todos los aspectos del contenido del libro. Los editores le incluyeron fotografías de edificios relevantes, varios de ellos ya inexistentes como la Antigua Casa Blanca, la Penitenciaría Central, la Universidad o las Estaciones de ferrocarril. También imágenes de costumbres citadinas y rurales, calles, edificios comerciales, ingenios azucareros, beneficios de café, etc. Muchas de estas fotos, llamadas ilustraciones en esa época, fueron impresas en colores.
Contiene también fotografías de personajes del gobierno, los símbolos patrios, paisajes, señoras y señoritas de alta clase y «mengalas» de pueblo con sus respectivos vestuarios característicos de la época y del sector social que retrataron, al igual que las vestimentas masculinas en la misma reconstrucción social clasista. Además profesionales de la medicina, el derecho, arquitectura, ingeniería y otras disciplinas universitarias. También se incluyeron algunos artesanos.
Al ser un libro comercial era lógico que los comerciantes, hacendados, exportadores, los profesionales ya mencionados, banqueros y otros empresarios, tuvieran una presencia fuerte en el libro. Muchos de los nombrados son el origen de varios de los negocios actuales que han acompañado desde entonces el avance empresarial, tecnológico, urbanístico y civilizatorio de lo que ahora es El Salvador. Sin embargo tiene un apartado en el índice que se llama «Intelectuales salvadoreños», eso nos indica que no se olvidaron del pensamiento, del arte y el conocimiento. Evidentemente a su entender, lo cual puede ser cuestionable pero no suprimible.
Entre los apellidos originarios de los migrantes de finales del siglo XIX, quienes ya son centenarios de existir en nuestro país, junto con el libro que lo cumplirá en tres años, se cimentaron: Baruch, Borgi y Daglio, Bustamante, Sagrera, Saprissa, Viaud, Meardi, Dueñas, Guirola, Call, Rusconi, Liebe, Ferracutti, Duke, Oriani, Tinnetti, Ussuelli, Bengoa, Alvarez, Escalón, Augspurg, Matheu, Belismelis y varios más.
Lo planteado se refleja en la siguiente enumeración contenida en el apartado dedicado a San Salvador: «Su clima es sano, sus calles y avenidas rectas y bien empedradas. Edificios principales: Palacios Nacional, Ejecutivo Presidencial (la vieja casa presidencial) y Municipal (el que se incendió en 1919); Universidad, Instituto Nacional, Observatorio Meteorológico, Edificios de exposición y museo (la finca Modelo, hoy parte del Zoológico nacional), Teatro Nacional, (también el Colón y Principal), Escuela Politécnica (militar), cuarteles de Artillería, El Zapote y Caballería, Tesorería general, Administración de rentas, Laboratorio químico agrícola, Imprenta Nacional, Penitenciaría Central, Hospital de Huérfanos, Asilo Sara, Manicomio, Instituto Normal de Maestros, Escuela de Artes Gráficas, Academia de Idiomas, Parque Bolívar con el monumento del General Barrios; Dueñas con el monumento a los próceres, Arce, con el monumento al Dr. José Matías Delgado (hoy San José). Paseos: Independencia, Finca Modelo, Hipódromo Nacional (Campo de Marte), más de 40 escuelas y colegios.
»También tiene un gran número de oficinas profesionales y talleres, además de varias fábricas. Hay 80 almacenes y muchas tiendas y pulperías; 20 farmacias, 18 imprentas, 30 periódicos y revistas, entre ellos 4 grandes diarios, 3 bancos y otras instituciones de crédito; La Banda de Altos Poderes es muy notable, existe un grande y costoso acueducto; excelente alumbrado eléctrico, tren de aseo y crematorio. Hay dos estaciones de ferrocarril, la de occidente y la de Santa Tecla, cuatro grandes hoteles y 3 mercados.» Pág. III del anexo índice.
La fuente menciona dos garajes y algunos automóviles. El Diario del Salvador del mismo año posee anuncios de, al menos cuatro y se mencionaban unos 400 automóviles, porque todavía existían talleres de carruajes, sitios de alquiler de los mismos y calesas, al igual que de caballos y carretas.
El libro azul contrató al eminente salvadoreño David J. Guzmán para la investigación histórica y la recolección de datos. Con las posibles deficiencias de método, propios de la época, podemos decir que ningún documento encontrado hasta hoy recopila tantos datos sobre El Salvador y tan bien ordenados en su época, además del excelente material fotográfico. Al final del texto incluye un anexo similar a los actuales (en decadencia) directorios telefónicos, a ese si le faltan datos porque los que no están, no quisieron o no pudieron pagar el anuncio respectivo y su inclusión en dicho anexo.
Al ser un texto comercial y pro gubernamental (se describen los tres poderes del Estado y sus integrantes con mucho detalle), la información restante se puede inferir. Eso es lo bueno de las fuentes documentales y del trabajo del historiador, interpretar lo más que se pueda de los textos y toda clase de documentos. La información se vuelve vasta. Y sí, para algunos puede resultar decepcionante que no se hable de las conductas negativas de los gobernantes, del sofoco de manifestaciones urbanas o de protestas campesinas. Sin embargo eso queda para otros documentos y otras interpretaciones ya que varias de las cuales sucedieron, pero que podrán y deberán ser comparadas en otro tipo de análisis. Ahora bien, que El libro azul es una valiosa fuente de la historia salvadoreña en todo su contenido, no cabe la menor duda.
Tomado de la pagina: http://www.contracultura.com.sv/el-libro-azul-la-historia-salvadorena-en-1916
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